martes, 2 de agosto de 2016

El viejo loco



Cuantas veces habían ido aquella cafetería y sin embargo no había cambiado nada. Como siempre pidió dos cafés y se sentó en la mesa de la esquina. La cafetería no había cambiado ¿pero y él? Aunque seguía siendo el mismo se sentía viejo. Pensaba en su esposa, a su lado, sentada feliz. Hacía tiempo había sido un hombre enamorado, ¿pero ahora?, su mujer aún conservaba parte de su belleza, el brillo de sus ojos mientras se reía y le contaba historias, que él no prestaba en apariencia demasiada atención porque estaba leyendo el periódico. Le gustaba recordar a su mujer feliz, se negaba a aceptar su muerte y que ahora estaba solo.

El camarero miraba al anciano extrañado preguntándose porque se pedía dos cafés si no venía con nadie más, porque lloraba y reía solo, le tomó como un anciano loco que ciertas veces le transmitía cierta simpatía.

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