sábado, 21 de marzo de 2015

el ajedrecista

Era sin duda el mejor, él lo sabía. Uno a uno fue ganando a todos los rivales hasta que solo quedó uno. Su mente, aquel tablero, aquellas fichas eran toda su vida.   Mierda, estaba perdiendo,  tenía que concentrase había encontrado a alguien tan bueno como él. No podía perder. Su curiosidad le hizo levantar la cabeza y perdió por completo, perdió la concentración y el juego. Había perdido, pero para su sorpresa no fue la sensación de furia lo que invadió, no le importaba, había encontrado a alguien como él, sabía que a partir de entonces en la vida y en los entrenamientos no estaría tan solo.

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